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Google Analytics y las relaciones de pareja

Tiempo atrás contacté con un viejo amigo, experto en analítica web, para que me introdujera en el maravilloso mundo de Google Analytics, el programa de análisis de tráfico en sitios web más popular del mundo.

Por lo visto, le llamé en el peor momento de su vida ya que sufría una galopante crisis de pareja que le había sumido en una profunda depresión y me contó su historia reciente.

Me confesó que sus relaciones íntimas habían descendido en picado, comparado con el mismo período del año anterior. En los últimos tres meses se había acostado 85 veces con su esposa pero sólo había tenido éxito sexual un par de veces, o sea, había alcanzado un patético ratio de conversión del 2,35%. Ello le hizo dudar sobre la fidelidad de su mujer y se decidió a investigar un poco, no fuera el caso que el número de usuarios masculinos del lecho conyugal fuera superior a 1. Analizó las fuentes de tráfico de su humilde morada y confirmó sorprendido que no tan sólo no era el único visitante de su propia alcoba, sino que además algunos de los intrusos eran recurrentes, y el número de visitas aumentaba constantemente.

Una parte de los amantes de su mujer provenía de los anuncios de texto que ésta publicaba, obteniendo un buen click through de sus pretendientes. Eran mensajes muy persuasivos y el coste CPC le salía muy rentable. Pero orgánicamente también estaba bien posicionada y quién buscaba pasar gratis un buen rato, la podía encontrar fácilmente porque aparecía en primer lugar, mediante un largo longtail de keywords, dentro de la SERP’s de Google. Por lo visto, con el tiempo, la mujer también había organizado una excelente política de linkbuilding, y después de  apuntarse al Tinder y pegar decenas de post-it en tableros de gimnasios y clubes de bridge, conseguía nuevos contactos y un éxito clamoroso en su particular tráfico amoroso.

Por otro lado, el comportamiento de tales contactos era peculiar, pues algunos individuos dedicaban sólo tres minutos a sus labores amorosas y otros dedicaban más de treinta minutos, dependiendo del horario laboral del cornudo marido y de otros factores que no lograba comprender.

La situación se estaba haciendo insostenible para el marido. La interactividad de la pareja en la cama era casi nula, llegando a un ratio de rebote de la mujer de hasta un 90%, que mi amigo soportaba con disimulo. No obstante, trató de invertir la situación implementando nuevos objetivos y cambiando de estrategia. Sin darse por vencido, analizando el funnel de sus adversarios y comparando modelos, atinó que muchos de los visitantes procedían de contactos en redes sociales, que antes de acudir a la cita, pasaban por centros de estética donde les ayudaban a disimular las huellas de anteriores relaciones y de sus tics de divorciados. En cambio, los que procedían del tráfico de referencia, en su mayoría imitaban a Mickey Rourke en su papel de 9 semanas y media, o sea, totalmente despreocupados de su presentación, convirtiéndose todos ellos curiosamente en visitantes únicos o sea, que nunca repetían experiencia.

Ello le hizo recapacitar y tomó cartas en el asunto. Pasó por Solmanía, redecoró su habitación con textil de Burrito Blanco y reformó la cocina al más alto nivel con Franke. Hoy, mi amigo está esperando que la tendencia de comportamiento de las visitas se reconduzca y vuelva a los niveles de años atrás, cuando no tenía necesidad de compararse con nadie y sus KPI’s eran distintos.

Después de la conversación, me quedé con las ganas de saber cómo funciona Google Analytics pero ahora tengo la impresión que algo sí que me contó, aunque fuera entre líneas.

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